sábado, 12 de julio de 2014

"¡Señal Wow!"

Se habían citado frente a la entrada de un restaurante chino.

Rubén llegó quince minutos antes por lo que decidió candar su bicicleta cerca de la puerta trasera. 

  La esperaba ojeando las páginas del libro que había escogido para ella. Se evadió entre la lluvia amarilla de alguno de los párrafos que él había subrayado cuando un murmullo  en la oscuridad le sobresaltó.
 Inmediatamente abandonó la lectura atraído por un siseo constante. Sigiloso caminó hacia la puerta que se hallaba entornada. Una lamparilla de techo alumbró parcialmente su rostro proyectando enigmáticas siluetas.

Rubén permanecía apoyado sobre la fachada mientras intentaba descifrar la extraña conversación que alguien mantenía en el interior, pero los susurros se extinguieron tras el perturbador sonido de una señal de radio que se alargó durante más de setenta y dos segundos.

Un ruido ensordecedor fundió la tenue luz de la lamparilla sumiéndolo en una completa oscuridad. Paralizado escuchó de nuevo aquel siseo que se intensificaba por momentos. Rubén retrocedió unos pasos hasta esconderse detrás de unos contenedores.

El siseo inquietante se introducía en su mente con una frase repetitiva, sibilina y espeluznante. Enajenado admiró la fachada curvarse. Un ente lumínico traspaso la pared. El insólito ser sostenía envuelto en sus prolongaciones a un hombre de rasgos asiáticos.

Un temblor se apoderó del cuerpo de Rubén haciendo caer el libro que había guardado en el reverso de la cazadora. El libro cayó sobre la tapa metalizada de una vieja tartera, produciendo un sonido por impacto lo suficientemente fuerte para que aquella entidad descubriera al joven.

Su fosforescencia apenas le dejaba apreciar su fisonomía, sin embargo, sintió un frío helador cuando el ser se encontraba a un palmo de sus pies. El siseo se volvió insoportable, la cabeza le iba a reventar… “ Se abre el telón y aparece…” balbuceaba una y otra vez, “no puedo creerlo, ahora me viene a la cabeza ese puñetero chiste” se decía temblando ante la idea de no vivir para contarlo.

El frío y aquel siseo eran ya insoportables cuando de pronto el enigmático ente extendió su larga prolongación posicionándose a un milímetro de su cara: “no me mates por favor” le suplicó. En ese minuto sucedió algo aún más sorprendente…: su delgada prolongación agarró el libro colocándolo encima del hombre inconsciente, para posteriormente elevarse a gran velocidad volatizándose en las estrellas.





Se abre el telón…

Aparece un tigre en un barco, cuando de repente salta al agua y el capitán desesperado pega un tiro al aire y el tigre vuelve al barco…

Se cierra el telón…

¿Cómo se llama la película?

Mar Felino, PAM! y vino.

(Marcelino pan y vino)


1 comentario:

  1. No está mal....lo encuentro un tanto "extraño", pero porque seguro que no capto como devo todo el relato...besos Silvia *_<

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