Se habían citado frente a la entrada de un restaurante
chino.
Rubén llegó quince minutos antes por lo que decidió candar
su bicicleta cerca de la puerta
trasera.
La esperaba ojeando las páginas
del libro que había escogido para ella. Se evadió entre la lluvia amarilla de
alguno de los párrafos que él había subrayado cuando un murmullo en la oscuridad le sobresaltó.
Inmediatamente
abandonó la lectura atraído por un siseo constante. Sigiloso caminó hacia la
puerta que se hallaba entornada. Una lamparilla de techo alumbró parcialmente
su rostro proyectando enigmáticas siluetas.
Rubén permanecía apoyado sobre la fachada mientras intentaba
descifrar la extraña conversación que alguien mantenía en el interior, pero los
susurros se extinguieron tras el perturbador sonido de una señal de radio que
se alargó durante más de setenta y dos segundos.
Un ruido ensordecedor fundió la tenue luz de la lamparilla sumiéndolo
en una completa oscuridad. Paralizado escuchó de nuevo aquel siseo que se
intensificaba por momentos. Rubén retrocedió unos pasos hasta esconderse detrás
de unos contenedores.
El siseo inquietante se introducía en su mente con una frase
repetitiva, sibilina y espeluznante. Enajenado admiró la fachada curvarse. Un
ente lumínico traspaso la pared. El insólito ser sostenía envuelto en sus
prolongaciones a un hombre de rasgos asiáticos.
Un temblor se apoderó del cuerpo de Rubén haciendo caer el
libro que había guardado en el reverso de la cazadora. El libro cayó sobre la
tapa metalizada de una vieja tartera, produciendo un sonido por impacto lo
suficientemente fuerte para que aquella entidad descubriera al joven.
Su fosforescencia apenas le dejaba apreciar su fisonomía,
sin embargo, sintió un frío helador cuando el ser se encontraba a un palmo de
sus pies. El siseo se volvió insoportable, la cabeza le iba a reventar… “ Se
abre el telón y aparece…” balbuceaba una y otra vez, “no puedo creerlo, ahora me
viene a la cabeza ese puñetero chiste” se decía temblando ante la idea de no
vivir para contarlo.
El frío y aquel siseo eran ya insoportables cuando de pronto
el enigmático ente extendió su larga prolongación posicionándose a un milímetro
de su cara: “no me mates por favor” le suplicó. En ese minuto sucedió algo aún
más sorprendente…: su delgada prolongación agarró el libro colocándolo encima
del hombre inconsciente, para posteriormente elevarse a gran velocidad
volatizándose en las estrellas.
Se abre el telón…
Aparece un tigre en
un barco, cuando de repente salta al agua y el capitán desesperado pega un tiro
al aire y el tigre vuelve al barco…
Se cierra el telón…
¿Cómo se llama la
película?
Mar Felino, PAM! y
vino.
(Marcelino pan y vino)
No está mal....lo encuentro un tanto "extraño", pero porque seguro que no capto como devo todo el relato...besos Silvia *_<
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