Pantalones Sucios había escuchado perfectamente la voz, pero sus manos estaban ocupadas en un
renacuajo que seguía agarrado a su pistola.
-La pistola desintegradora es mía, solo mía.-
pronunció furioso pantalones sucios.
- - No es tuya.- volvió a decir una vocecita.
De repente un objeto duro impactó en la cabeza del gigante. Enojado,
Pantalones Sucios se dio la vuelta.Una cuadrilla de seres
diminutos esperaba nuevas órdenes para lanzar toda clase de objetos al gigante.
Guillermo, distinguió perfectamente al líder de la curiosa pandilla.
- - Venimos a ayudarte.- anunció el pequeño
camarada.
- - Creí que mi tío me había mentido.- gritó
Guillermo desde lo alto.
- -¡Basta ya de tonterías!- vociferó el gigante.
Un nuevo objeto volátil impactó sobre el ojo de pantalones
sucios. Guillermo se contoneó en el aire, finalmente consiguió escapar.
- -¡Me duele!- expresó Pantalones Sucios frotándose el ojo.
Guillermo agarró firmemente la desintegradora.
- - Es el momento…- le anunció el pequeño capitán .
Cerró con fuerza los ojos, frunció el ceño y apretó el gatillo.
Unas ondas luminosas envolvieron al gigante. La luz potente de
una última onda cegó al grupo.
La luz se atenuó cuando el ensordecedor timbre que daba fin
a las clases repicaba en los oídos de Guillermo.
Ni rastro de Pantalones Sucios, tan solo su ropa tendida en
el suelo, y una decena de caramelos masticables.
Guillermo miró a su alrededor, los hombrecillos también
habían desaparecido. Un intenso olor a
pollo frito revolvió su estómago. Cabizbajo bajó las escaleras y se dirigió hacia la puerta de
salida.
- -¡Guillermo!- exclamó una voz conocida.
Guillermo se lanzó hacia los brazos de su tío.
- -¿Qué ocurre Guillermo?
- - La desintegradora…- gimoteó.
- - ¿La perdiste?
- -Bueno…
- - ¡No importa, buscaremos otra!
- - Pero…- le miró preocupado.
Una marabunta de niños pasó por delante de ellos. Guillermo
y su tío se miraron confusos.
- - Creo que corren hacia el patio… ¿vamos?- le
propuso.
- - Vale.- aceptó Guillermo.
Guillermo aún seguía consternado, ¿cómo explicaría a su tío que había hecho desaparecer a un niño?.
- - ¿No es ese el chico que roba los bocadillos?-
interrogó su tío.
Guillermo alzó la mirada. Asombrado observó a Pantalones
Sucios totalmente desnudo, desorientado, exigiendo que le devolvieran su ropa.
Antes de comenzar la lectura...conviene leer el siguiente recodo:
Pupilita, publicado el 17 de agosto de 2014.
PRIMERA PARTE
Guillermo se aferraba a una pistola desintegradora modelo
3000, escondido en el pequeño rincón de los médicos de la clase de párvulos temía
que “pantalones sucios” le encontrara. Por un momento creyó mimetizarse entre
un montón de muñecos tendidos en hamaquitas, pero “pantalones sucios” le
distinguió perfectamente.
El fonendoscopio junto con los termómetros y bisturís de
plástico cayeron sobre su cuerpo cuándo el temible “pantalones sucios” alargó
la mano hacia su cabeza. “Ufff por poco…” masculló Guillermo subiendo veloz las
escaleras del segundo piso.
Guillermo se ocultó en una clase de niños más mayores,
dentro de un armario repleto de escuadras para pizarra, reglas, cartabones,
hojas gruesas y alargadas… se encontraba en el aula de plástica. El olor de las
láminas pintadas con ceras Mayer le permitió tranquilizarse y pensar en voz muy
baja:“ pantalones sucios olió mi miedo, tengo que concentrarme y …” pero sus
pensamientos fueron interrumpidos… la silueta horrible de “Pantalones sucios”
se dibujaba en el suelo de mármol frio.
Había llegado el momento de usar la
desintegradora 3000. Cerró sus ojos tratando de concentrarse en las pequeñas
ondas que debían surgir de la pistola, sin embargo nada salió de ella.
Las gotas de sudor resbalaban por la cara empalidecida de
Guillermo cuándo el temible “Pantalones sucios” le halló temblando.
- - ¡Dame la pistola!- gritó Pantalones sucios.
Guillermo intentaba concentrarse, con los ojos entrecerrados
tartamudeaba palabras que había escuchado en películas en las que finalmente un
giro inesperado salvaba al protagonista de una muerte segura.
- -¡Dame la pistola!- grito más fuerte tragándose
tres de los suggus que había quitado a dos niños de cuarto curso.
A pesar del miedo sus manos seguían sosteniendo firmemente
la 3000.
Una vez más Guillermo observó el sencillo garabato que su tío
le había dejado a modo de marca personal junto al gatillo. Fue el mejor regalo
de cumpleaños.
De repente Guillermo se elevó en el aire, no era magia, sino
las grandes manos grasientas de Pantalones Sucios.
- -Ahora me darás la pistola.- sonrió
maliciosamente.
- -No, no te la dará.- pronunció una voz agudísima.
Guillermo abrió sus ojos ante el gigante de sexto curso que
tiraba de sus pelos sin piedad, la enorme cara de Pantalones Sucios no le permitía ver quién
osaba dirigirse a tal monstruosa criatura.
¿Serían los hombrecillos del sofá? ¿Por qué no funcionaba la
desintegradora? ¿Su tío le había mentido? ¿No era esa la verdadera, la que
desintegraba…? muchas preguntas para un
sólo segundo de incertidumbre.
Diario secreto de Pulgarcito de Philippe Lechermier y Rébecca Daut
El noticiero de la mañana le hizo recordar un nombre: Yulia.
Y el nombre le transportó a la siguiente noche:
Viena, septiembre de 1992.
Lukas Winter escuchaba a Yulia receloso del viento helado
que la convertiría en Sgroya: la dama blanca que aparecía en mitad de las frías
rutas recorridas por jinetes y mercaderes eslavos a quienes seducía, para
después sustraerles la vida en un abrazo con el que paralizaba su corazón.
De este modo se imaginaba a Yulia, reencarnada en una deidad
mortífera, mientras ella le contaba leyendas de su tierra, de su Rusia. Yulia
llevaba tres años trabajando para la familia Winter, su principal tarea
consistía en cuidar y educar a Lukas, ya que sus padres se ausentaban demasiado
tiempo.
Lukas habría trepado por la larga trenza de la joven hasta
desnudar su cuerpo, sin cesar de acariciar su piel blanca y tersa, pero era aún
demasiado inocente cómo para pensar en erotismos heroicos, no obstante, aquella
última noche la pidió encarecidamente que narrara una vez más la historia de la
mujer de hielo.
Los labios carnosos de Yulia danzaban en palabras que
convertidas en historias fascinaban su fantasía.
Los ojos de Yulia denotaron cierta tristeza al contemplar al
pequeño, pues sabía que estaban unidos por un amor diferente, pero igualmente grande.
En ese momento Yulia calló, agarró a Lukas de la mano, lo
vistió y sigilosos salieron a la fría noche.
Lukas tenía la certeza de que ella
buscaría un lugar en la oscuridad y le
sustraería el corazón.
Guiado por Yulia caminó hasta que la joven se sentó frente a
la descomunal y bella Karlskirche.
Yulia señaló las dos enormes columnas del exterior, entonces
posó su mano sobre su corazón, haciéndole prometer que tendría el valor y la
constancia suficiente para amar la vida, aunque está no volviera a juntarlos.
Esa noche Yulia durmió abrazada al niño hasta que el alba la
reclamó y ella regresó a Mariúpol.
Viena, Karlsplatz frente al Karlskirche, septiembre de 2014.
Lukas contemplaba la columna de la constancia con
detenimiento. El día había traído consigo el fiel reflejo de su querida Yulia,
su deseada figura maternal se filtraba con el dolor que sintió al escuchar la
terrible noticia:
“Las hostilidades
entre las fuerzas de Kiev y los separatistas prorrusos se han reanudado pese al
alto el fuego provocando la primera víctima mortal tras la tregua. Se trata de
una mujer que ha sido tiroteada en la ciudad de Mariúpol…”
No pudo escuchar más… enseguida le sobrevino su recuerdo.
¿Y si Yulia fuera ella?...
Ya no podría seguir aferrándose a una esperanza, no
volverían a encontrarse.
¿Y si Yulia no fuera ella?...
¿Pensaría en regresar a Viena? ¿Se acordaría de aquel niño?
¿Estaría tan hermosa cómo en su recuerdo?.
Sus ojos aún entreabiertos
querían contener aquel momento , por lo tanto lentamente fue descubriendo lo
que le aguardaba a escasos metros : una estructura singular colmada de azulejos
de girasoles , columnas , arcos adintelados , repleto de esa característica forma
que únicamente Gaudí dotaba a su arquitectura
Lucas se hallaba
sin lugar a dudas frente a una de las obras mas culminantes para el devenir de
un genio . Boquiabierto observaba “ El capricho de Gaudí” . Se aproximó a palpar cada mosaico, cada puerta , cada
mínimo detalle bordeándolo varias veces.
-¡Hola! – susurro una apacible voz.
Entre los arbustos observó una inusual silueta , poco a poco sus
pies se aproximaron hacia ella .
- -¿ Qué haces ahí? .
- - ¡Shhh! – aquella curiosa sombra parecía
llevarse su mano a la boca advirtiéndole de que estaba escondida. – me llamo Candela
, encantada – murmuró desde el interior
.
- -Yo soy Lucas . – se presentó curioso sin a
penas lograr distinguir su rostro.
- -Lo se … te he estado observando desde aquí …
Lucas no sabía que decir ,
le resultaba raro hablar con lo que desde lejos cualquiera juzgaría un simple arbusto. Tan pronto como sus
labios quisieron despedirse de aquel "matojo hablante" , una fulminante mano le
abalanzó hacia el interior .
- -Silencio Lucas … me parece haber escuchado a
alguien.
En ese instante giró la
cabeza expectante por descubrir con
quien estaba hablando . Unos enormes ojos le cautivaron , desprendían una luz penetrante
y conmovedora , era como el fuego que ardía con un color verde intenso, una hipnótica mirada que
también lo examinaba llena de curiosidad . Permanecieron en el más absoluto
silencio durante unos minutos , poco después Candela le arrastro al exterior.
La claridad del día iluminó su
frágil cuerpo, aquellos pequeños labios esbozaron de pronto una sonrisa
resplandeciente .
- -Lo siento por espiarte , no pude evitar fijarme
en como mirabas el Capricho …
Su voz sutil tintineaba en sus oídos , "¿ lo siente?" , no
podía entender que una chica abordarse en él una excitante y apacible sensación, ¿ qué es lo que ocurría?.
- -Ya veo que no quieres hablarme …
Una mueca triste , quizás de
decepción salió de los labios de Candela
que dio la vuelta lentamente avergonzada por su actitud . Lucas , en cambió
, abstraído por toda su belleza no era capaz de
decirla nada.
Ansioso sacó su blog de
dibujos , pasaba las hojas raudo , sentía la necesidad de dibujarla .
- -¡ Espera Candela!.
Su cuerpo se inmovilizó a
mitad del camino , pensativa admiró las vistas desde lo alto , inmediatamente
volteó hacía Lucas que nuevamente quedo suspendido
en su mirada.
- - Me gustaría retratarte .
- - Ahhh … te refieres a dibujarme en tu carpeta
.
- - Si … ¿ Puedo?
Ella risueña le sonreía, su cuerpo se acercó decidido a Lucas .
- ¡Por supuesto!
Los trazos de Lucas se extendían mas allá de sus mejillas sonrosadas ... definía sus pecas con cortas y delicadas hilvanadas ...
A sus ocho años Pupilita bordaba un manto de imaginaciones
inquietantes, exuberantes, desproporcionadas.
Su abuela, que había criado a sus
nietos con la devota imagen de San
Rafael arcángel sobre sus camastros, les hacía beber un jugo
amargo y viscoso. La abuela solía irrumpir en plena noche jurando que el
demonio los acogería si no eran fieles y puros a la palabra del señor.
Pupilita
sospechaba que su abuela hablaba con diminutos hombrecillos ocultos. Estos
pequeños hombres, se desplazaban cómo minúsculas partículas de polvo entre los
tejidos deshilachados de un viejo sofá recubierto por una manta de piel de
tejón.
- - ¡Bebe niña!- la ordenaba al llegar a los pies de
su cama.
Pupilita obedecía sin rechistar mientras ella la observaba
asegurándose de que no lo escupía y encorvada añadía.
- -Tus
fachosas y esqueléticas piernecitas lo agradecerán.
Pupilita sabía de la existencia de los hombrecillos mucho
antes de que su hermano encontrara un calcetín del tamaño de una miga de pan.
Lo supo la noche en la que sigilosa decidió seguirla. La abuela
sacó de la despensa una enorme sandía que colocó cerca del sofá. Enseguida cientos
de hombrecillos diminutos saltaron del sofá hacía la sandía. La devoraron en
segundos.
- -¿Díganme… qué más puedo hacer yo por ustedes?-
Preguntó preocupada.
- -Siga alimentándonos y nosotros la garantizamos
que el demonio jamás llegará a esta casa.- respondió el cabecilla con una voz agudísima.
--Son ustedes muy amables.
- - Cumpla y será recompensada.- agregó soltando una
carcajada.
Los hombrecillos desaparecieron entre
la manta de tejón.
Pupilita seguía el ritual de su abuela cada noche.
Una mañana esperó escondida a que ella llegará con tres
enormes sandias . Pupilita aguardó el momento oportuno
para cazar las tres sandías, hacerlas rodar hasta el jardín y enterrarlas sin
que ella se diera cuenta.
La última noche de agosto la abuela irrumpió en el cuarto de los niños , como todas las noches, con el horrible jugo.
- - ¡Bebé niña!- la ordenó al llegar a los pies de
su cama.
En ese momento Pupilita se levantó de un salto y gritó.
- -¡No lo beberemos!.
Sus hermanos la miraban con admiración.
- - ¡Bebé mocosa insolente!- La agarró de uno de sus
delgados brazos.
- - ¡Tengo las sandias!.- Sonrió perspicaz.
La abuela quedó estupefacta.
- -Quiero hablar con los hombrecillos.- dictaminó.
- -¡No sabes dónde te metes niña, no sabes …!- la zarandeó
del brazo.
- - ¡Suéltala abuela!- gritó Samuel que mantenía un enorme cuenco de
agua caliente encima de su
cabeza.
- -¡No te muevas abuela!- expresó el mayor de los
hermanos mientras ataba sus muñecas.
- - Está bien, está bien… vosotros ganáis.- refunfuñó
la abuela.
La abuela bajó primera por las escaleras, detrás de ella
Samuel seguía sosteniendo el caldero hasta que llegaron a la salita de estar.
- -Hombrecillos, hombrecillos del sofá, aparecer
ante mis ojos, pues os traigo rica sandía.- expresó la abuela mirando de reojo a
su nieta.
Los diminutos hombres saltaron del interior. Sus cuerpos tenían
forma de granitos de arroz.
- -¿Quiénes son?.- la interrogó el diminuto capitán rascándose
la barbilla.
- - Son mis insolentes nietos señor.- respondió
mirándoles alterada.
- - ¿Y la sandía?.- preguntó extrañado.
- -Disculpe pero creo que no nos han presentado
como se merece- expresó Pupilita educadamente agachándose frente a ellos- me
llamó Pupilita y estos son mis hermanos Daniel, Samuel y Matías.
-
- -Yo me llamo Garry y estos son mis leales
camaradas.- expresó mirándola con curiosidad.
- - Mire señor Garry, le entregaré ahora mismo la
sandía… pero antes necesitaría que usted y sus hombres me ayudaran a resolver un pequeño problema.
- -Está bien, ¿qué la sucede?.
La abuela miró a la nieta con desprecio, pero Pupilita la
sonrió esplendorosa.
- - Samuel, podrías llevar a nuestra abuela al
comedor por favor.- le sugirió.
- -¡Claro!.
Pupilita observó detenidamente a la abuela blasfemar mientras
era llevada al comedor, a continuación se aproximó aún más a los hombrecillos.
La abuela contemplaba a su nieta arrodillada, cuchicheando.
- - ¡Trato hecho!- gritó bien fuerte asegurándose
de que su abuela la escuchaba, después la mandó pasar de nuevo al salón.
- - Ellos quieren la sandía y resulta que la enterré
en el jardín.- sonriente la entregó una pala.
La abuela agarró la pala de mala gana.
- -¡Me las pagarás mocosa!- vociferaba mientras desenterraba
la sandía.
-Tienes una horrible cara abuelita- pellizcó sus mejillas.- Bebe, te vendrá bien…- expresó irónica al tiempo que la
aproximaba el jugo.
La abuela abrió la boca y lo escupió sobre su cara.
- -No te haré sufrir más… los hombrecillos nos
esperan.
Pupilita dispuso a todos en círculo haciendo situar a la
abuela en medio con la sandía bajo sus pies.
Los hombrecillos brincaron hacia la sandía devorándola en
segundos.
- - Te has portado muy mal con tus nietos.- afirmó
el pequeño capitán moviendo su dedo índice.
- - ¡Eso es mentira! yo les he cuidado desde que su
padre murió.
- - A penas les dabas de comer, sólo les hacías
beber un potingue asqueroso.
- - ¡Era por su bien!.- Aseveró rotundamente.
- -¿Desde cuándo los restos de la basura son
nutritivos?.- expresó Daniel irritado.
- - ¡No les hagan caso son unos mentirosos, desate mis manos y tendrá todas las sandías que quiera, además usted me prometió que me libraría
del demonio y ellos son niños de satán!.
- - Es cierto, nosotros siempre cumplimos lo que
prometemos.
- - Sabía que lo entendería señor.- miró nuevamente
a la nieta con despreció.
En ese momento, unas ondas salieron de una diminuta pistola
que Garry sacó de su bolsillo haciendo desintegrar a la abuela completamente.
Adrian y Aitor limpiaban algunas piezas de la carrocería de
un BMW –M6 Cabrio.
Como casi siempre
quedaban temprano antes de ir a las clases
y mano a mano intentaban hacer lo imposible para mantener su futuro
coche listo para el verano de 2007.
- - Bueno parece que tan sólo nos falta un año para
que sea nuestro.-sugirió Aitor.
- - Un año y tres meses , yo soy mas pequeño que tú
.
- - Si pero para entonces habré cumplido los dieciocho- - vaciló Aitor agregando- iré a recogerte si quieres.
- - ¡ Eh no te pases! sabes que hasta el 5 de junio
no podrás conducirlo.
- - Pero …
- -Un trato es un trato , este coche no saldrá de
aquí hasta ese día .
- -Vale -
Con una voz afeminada se dirigió hacia Adrian .- princesa …
Mientras guardaban algunas piezas en los estantes, Aitor notó algo distinto en los ojos de su amigo que ojeaba con frecuencia la vieja caja de herramientas. Sobre la madera de la caja habían tallado un nombre. Aitor lo miró impactante como si en ese segundo hubiese recibido dos o tres puñaladas en su estomago.
- - Adrian …
- - Dime .
- -¿ No crees que vas muy rápido?
- - No se de que me hablas .
- - Quiero decir que poner el nombre de una chica en
tu caja de herramientas es... algo extraño
en ti .
- - Simplemente me aburría , me acorde de ella y lo
puse .
- -Ya…
Aitor no dejaba de examinar esos ojos deslumbrantes , era como si de
repente comprendiese que había algo mucho mas fuerte que el hecho de que te
guste alguien: una sacudida al corazón que le hacía latir más rápido , un
vendaval dentro de su estomago. La garganta se le secó , casi sin poder pronunciar
palabra intentó tragar saliva poco a poco , una inquietud recorrió todo su cuerpo: se había enamorado de Adrian.
Había llegado el momento de decirse "adios". Una simple o prolongada caricia sobre su lomo y se esfumaría entre un millón de recuerdos.
Las despedidas pueden durar horas, segundos, minutos o eternidades, pero ésta en concreto no quería hallarse entre los que recurren a las lágrimas, o al tan verbalizado: "volveré", sin olvidar la incoherente evitación: "será mejor no decir "adios", porque puede ser que no sea este el momento y tú no te mueras".
El conductor del auto detenido hablaba entrecortado, nervioso mientras los curiosos transeúntes hacían círculo alrededor.
Admiró los cansados ojos de Russ, seguidamente se tumbó en el frió asfalto con su boca frente a su hocico. Le arrulló con esa canción rozando su corto, radiante y duro pelaje.
Abrazado a Russ comprendió que después de todo nunca caminarían solos.
Lo primero que podía ver era su inconfundible sonrisa , le hallaba en momentos de silencio, contemplando la felicidad que él desprendía
por cada paso que daba.
Tal vez sean muchos los días en los que sentía añoranza por
volver a los instantes de entonces, pero también existían otros tantos en los que una fuerza fraternal invadía cada una de sus oquedades, mostrándo la esencia pura de su vida: un enorme exprimidor capaz de sacar todo su jugo.
En la
calle aún se escuchaban gritos de horror y guerra.
Siara
levantó la mirada observando desde una pequeña abertura en la pared a una mujer mutilada, sin piernas,
arrastrándose calle abajo clamando misericordia.
Uno de
los integrantes de los rebeldes del FRU se acercó hacia ella, la sonrió y mostrando
un gesto aparentemente humano extendió su mano, esperanzadora le devolvió la
sonrisa, pero él comenzó a golpear su
cara hasta que sus botas embarradas se tiñeron de sangre y muerte.
Siara
cerró sus ojos abrazando a Thabo con una mayor entereza.
Thabo no
debía percibir su miedo, ni siquiera podía mirar lo que acontecía en Freetown,
ya que si lo hacía jamás podría liberarse de las sombras de los hombres, pues
acabaría muriendo, o en el peor de los casos conviviendo con ellas.
Las
pisadas de los rebeldes se escuchaban muy cercanas. Siara a besó Thabo en la
mejilla mientras le ceñía con más fuerza.
Cinco
integrantes del FRU les descubrieron en el último piso.
Uno de
los hombres comenzó a reír frente a ellos, seguidamente dio la orden de
aniquilarlos.
Un joven
recientemente secuestrado en Fourah Bay y obligado a pertenecer a la guerrilla
armada efectuó dos disparos precisos.
Los
rebeldes se aproximaron a los cuerpos para comprobar que yacían sin vida.
El
cuerpo de Siara aún seguía abrazando Thabo cuando el joven verdugo les separó.
El niño podía
mover su mano, no había sido herido. El cabecilla sacudió su cuerpo quitándole
el tul que cubría sus ojos, seguidamente le entrego un arma..
El joven
le sostuvo derramando sobre su cara el agua de una de las vasijas de la casa.
Los demás integrantes habían bajado a la calle alarmados por el ruido de unos disparos.
Thabo le
miró atemorizado .
El
guerrillero apartó el arma de las manos del niño y volvió a cubrir sus ojos.
“En 1991 el Frente Revolucionario
de Foday Sankoh (FRU) – financiado por Charles Taylor - sumió al país en un
terror extremo.
Taylor apoyó la creación del FRU en la zona fronteriza
ente Liberia y Sierra Leona desde donde podía controlar la extracción de
diamantes para financiar sus propias
operaciones
El FRU usualmente reclutaba niños
de los poblados que atacaba pero no eran los únicos en utilizarlos, durante el
conflicto de Sierra Leona los Kamajoh o milicias Mende al servicio
gubernamental entrenaban a los niños que escapaban del FRU. Los Kamajoh de la
etnia Mende iniciaban a las niños en la creencia de que iban a desarrollar
poderes mágicos como el “juju”, una magia que les protegería de las balas de
los enemigos. En el FRU manipulaban a las criaturas de forma similar además de
drogarles. Para ambos la utilización de los jóvenes tenía sus ventajas: los
niños acostumbrados a la violencia tenía menos miedo, comían menos, eran más
fácilmente manipulables”.
Se habían citado frente a la entrada de un restaurante
chino.
Rubén llegó quince minutos antes por lo que decidió candar
su bicicleta cerca de la puerta
trasera.
La esperaba ojeando las páginas
del libro que había escogido para ella. Se evadió entre la lluvia amarilla de
alguno de los párrafos que él había subrayado cuando un murmullo en la oscuridad le sobresaltó.
Inmediatamente
abandonó la lectura atraído por un siseo constante. Sigiloso caminó hacia la
puerta que se hallaba entornada. Una lamparilla de techo alumbró parcialmente
su rostro proyectando enigmáticas siluetas.
Rubén permanecía apoyado sobre la fachada mientras intentaba
descifrar la extraña conversación que alguien mantenía en el interior, pero los
susurros se extinguieron tras el perturbador sonido de una señal de radio que
se alargó durante más de setenta y dos segundos.
Un ruido ensordecedor fundió la tenue luz de la lamparilla sumiéndolo
en una completa oscuridad. Paralizado escuchó de nuevo aquel siseo que se
intensificaba por momentos. Rubén retrocedió unos pasos hasta esconderse detrás
de unos contenedores.
El siseo inquietante se introducía en su mente con una frase
repetitiva, sibilina y espeluznante. Enajenado admiró la fachada curvarse. Un
ente lumínico traspaso la pared. El insólito ser sostenía envuelto en sus
prolongaciones a un hombre de rasgos asiáticos.
Un temblor se apoderó del cuerpo de Rubén haciendo caer el
libro que había guardado en el reverso de la cazadora. El libro cayó sobre la
tapa metalizada de una vieja tartera, produciendo un sonido por impacto lo
suficientemente fuerte para que aquella entidad descubriera al joven.
Su fosforescencia apenas le dejaba apreciar su fisonomía,
sin embargo, sintió un frío helador cuando el ser se encontraba a un palmo de
sus pies. El siseo se volvió insoportable, la cabeza le iba a reventar… “ Se
abre el telón y aparece…” balbuceaba una y otra vez, “no puedo creerlo, ahora me
viene a la cabeza ese puñetero chiste” se decía temblando ante la idea de no
vivir para contarlo.
El frío y aquel siseo eran ya insoportables cuando de pronto
el enigmático ente extendió su larga prolongación posicionándose a un milímetro
de su cara: “no me mates por favor” le suplicó. En ese minuto sucedió algo aún
más sorprendente…: su delgada prolongación agarró el libro colocándolo encima
del hombre inconsciente, para posteriormente elevarse a gran velocidad
volatizándose en las estrellas.
Se abre el telón…
Aparece un tigre en
un barco, cuando de repente salta al agua y el capitán desesperado pega un tiro
al aire y el tigre vuelve al barco…
Podía ver a través de los
ojos de su mejor amiga sus más íntimos pensamientos . Deslizaba el vestido de
fina seda que se ceñía a sus caderas , resbalando sobre las delicadas piernas de
Candela mientras la observaba desde su
imaginación exuberante , deseando que
por un solo instante volviese a mirarle de aquella manera que desbordaba de sentimiento a cualquier
hombre. No era precisamente el viento , ni la anticipada llegada del invierno que
arremetía sin la mas mínima compasión el tormento de su místico silencio , ya que tampoco sus frías manos lograron
proyectar el recuerdo dotado de vida , éxtasis , admiración , inquietud …
En la penumbra se hallaba un
hombre frente a un cuadro inacabado, aun eran visibles sus ásperas manos incapaces de sostener
a el único aliado de su tiempo ; el pincel. Un lienzo con gruesos trazos a
carboncillo persiguiendo plasmar un
boceto era lo único que observaba durante meses
, tan solo en sueños alcanzaban sus ojos a contemplarla con la misma
viveza de los años que parecían eternos cuando se besaban .
Cada día se refugiaba
sentado frente al primitivo caballete , bebía a pequeños sorbos el café , seguidamente
abría de nuevo la caja de madera rebuscando el pincel adecuado , lo mojaba en
el agua para humedecerlo , sin embargo ,
se detenía cuando su mirada se tornaba melancólica , abatida , pesada ante los
rasgos que difuminaron aquel día los labios de Candela , entonces ,volvía a
recordarla …
Se encontraba completamente desnuda, las sabanas friccionaban
sus muslos mientras sus manos se movían a un tiempo en el glorioso arte de
llegar al orgasmo en sincronía con el universo, con su energía transmutable en
continuo movimiento.
Cuando no podía conciliar el sueño recurría a satisfacer su
placer sexual masturbándose, de este modo llegaba a un estado de relajación que
poco a poco la apaciguaba en la cama.
“Deberían existir momentos inextinguibles” pensaba cada vez
que estiraba las manos y los pies moviéndolas ligeramente como un ángel sobre
su nube , como un oso invernando en su cueva, perezoso , disfrutando del calor
de su cuerpo, refugiada de los cazadores que ambicionaban su piel.
"En la actualidad más de 70 millones de niñas y mujeres han sido víctimas de la mutilación genital femenina en África y el Yemen.
Las cifras han aumentado en Europa, Australia, Canadá y los Estados Unidos, principalmente entre los inmigrantes procedentes de África y Asia sudoccidental.
La ablación genital femenina causa daños físicos y psicológicos irreparables llegando a provocar la muerte de las jóvenes.
Infecciones del tracto urinario y aparato reproductor, piedras en la vejiga, partos complicados con una mayor posibilidad de sufrir hemorragias, coitos y menstruaciones dolorosas, susceptibilidad al contagio del VIH, hepatitis... son solamente algunas de las consecuencias de la ablación".
Al admirar las pinturas de Rubens que engalanaban el techo
de Banqueting House se acordó de ella.
Abstraído en la divinidad del arte comenzó a escuchar voces
cada vez más cercanas. Cuando dejó de examinar las pinturas que recubrían el
techo, pudo contemplar como la sala de banquetes comenzaba a llenarse por cientos
de nobles personajes ataviados con máscaras y opulentos vestidos.
El joven arquitecto
examinaba atónito su entorno, sin creer lo que sus ojos veían escuchó una dulce
voz que le invitaba a tomar asiento. Confuso contempló a la bella joven que le
sonreía. Su piel translúcida y sus rosadas mejillas le dejaron aún más absorto.
--Perdóneme… ¿en qué año me encuentro?- preguntó
inquieto.
- - En 1623.- Le sonrió.
- - No es posible, yo …
- - Tranquilizese.
- -Vera… ¿ se trata de una escenificación verdad?.-
la miró atemorizado.
- - Ella le invitó al banquete.
- - ¿Quién es ella?.
- - La mujer en la que usted pensaba antes de …
El joven arquitecto resoplaba frotándose los ojos.
- -Ella me dijo que le comunicara que su curiosidad
por los mundos internos tenía sus consecuencias…
- -Pero… no entiendo… ¿Cómo puedo regresar?.
- - Volverá cuando ella deje de imaginarle aquí.-
rio.