Lo primero que podía ver era su inconfundible sonrisa , le hallaba en momentos de silencio, contemplando la felicidad que él desprendía
por cada paso que daba.
Tal vez sean muchos los días en los que sentía añoranza por
volver a los instantes de entonces, pero también existían otros tantos en los que una fuerza fraternal invadía cada una de sus oquedades, mostrándo la esencia pura de su vida: un enorme exprimidor capaz de sacar todo su jugo.
En la
calle aún se escuchaban gritos de horror y guerra.
Siara
levantó la mirada observando desde una pequeña abertura en la pared a una mujer mutilada, sin piernas,
arrastrándose calle abajo clamando misericordia.
Uno de
los integrantes de los rebeldes del FRU se acercó hacia ella, la sonrió y mostrando
un gesto aparentemente humano extendió su mano, esperanzadora le devolvió la
sonrisa, pero él comenzó a golpear su
cara hasta que sus botas embarradas se tiñeron de sangre y muerte.
Siara
cerró sus ojos abrazando a Thabo con una mayor entereza.
Thabo no
debía percibir su miedo, ni siquiera podía mirar lo que acontecía en Freetown,
ya que si lo hacía jamás podría liberarse de las sombras de los hombres, pues
acabaría muriendo, o en el peor de los casos conviviendo con ellas.
Las
pisadas de los rebeldes se escuchaban muy cercanas. Siara a besó Thabo en la
mejilla mientras le ceñía con más fuerza.
Cinco
integrantes del FRU les descubrieron en el último piso.
Uno de
los hombres comenzó a reír frente a ellos, seguidamente dio la orden de
aniquilarlos.
Un joven
recientemente secuestrado en Fourah Bay y obligado a pertenecer a la guerrilla
armada efectuó dos disparos precisos.
Los
rebeldes se aproximaron a los cuerpos para comprobar que yacían sin vida.
El
cuerpo de Siara aún seguía abrazando Thabo cuando el joven verdugo les separó.
El niño podía
mover su mano, no había sido herido. El cabecilla sacudió su cuerpo quitándole
el tul que cubría sus ojos, seguidamente le entrego un arma..
El joven
le sostuvo derramando sobre su cara el agua de una de las vasijas de la casa.
Los demás integrantes habían bajado a la calle alarmados por el ruido de unos disparos.
Thabo le
miró atemorizado .
El
guerrillero apartó el arma de las manos del niño y volvió a cubrir sus ojos.
“En 1991 el Frente Revolucionario
de Foday Sankoh (FRU) – financiado por Charles Taylor - sumió al país en un
terror extremo.
Taylor apoyó la creación del FRU en la zona fronteriza
ente Liberia y Sierra Leona desde donde podía controlar la extracción de
diamantes para financiar sus propias
operaciones
El FRU usualmente reclutaba niños
de los poblados que atacaba pero no eran los únicos en utilizarlos, durante el
conflicto de Sierra Leona los Kamajoh o milicias Mende al servicio
gubernamental entrenaban a los niños que escapaban del FRU. Los Kamajoh de la
etnia Mende iniciaban a las niños en la creencia de que iban a desarrollar
poderes mágicos como el “juju”, una magia que les protegería de las balas de
los enemigos. En el FRU manipulaban a las criaturas de forma similar además de
drogarles. Para ambos la utilización de los jóvenes tenía sus ventajas: los
niños acostumbrados a la violencia tenía menos miedo, comían menos, eran más
fácilmente manipulables”.
Se habían citado frente a la entrada de un restaurante
chino.
Rubén llegó quince minutos antes por lo que decidió candar
su bicicleta cerca de la puerta
trasera.
La esperaba ojeando las páginas
del libro que había escogido para ella. Se evadió entre la lluvia amarilla de
alguno de los párrafos que él había subrayado cuando un murmullo en la oscuridad le sobresaltó.
Inmediatamente
abandonó la lectura atraído por un siseo constante. Sigiloso caminó hacia la
puerta que se hallaba entornada. Una lamparilla de techo alumbró parcialmente
su rostro proyectando enigmáticas siluetas.
Rubén permanecía apoyado sobre la fachada mientras intentaba
descifrar la extraña conversación que alguien mantenía en el interior, pero los
susurros se extinguieron tras el perturbador sonido de una señal de radio que
se alargó durante más de setenta y dos segundos.
Un ruido ensordecedor fundió la tenue luz de la lamparilla sumiéndolo
en una completa oscuridad. Paralizado escuchó de nuevo aquel siseo que se
intensificaba por momentos. Rubén retrocedió unos pasos hasta esconderse detrás
de unos contenedores.
El siseo inquietante se introducía en su mente con una frase
repetitiva, sibilina y espeluznante. Enajenado admiró la fachada curvarse. Un
ente lumínico traspaso la pared. El insólito ser sostenía envuelto en sus
prolongaciones a un hombre de rasgos asiáticos.
Un temblor se apoderó del cuerpo de Rubén haciendo caer el
libro que había guardado en el reverso de la cazadora. El libro cayó sobre la
tapa metalizada de una vieja tartera, produciendo un sonido por impacto lo
suficientemente fuerte para que aquella entidad descubriera al joven.
Su fosforescencia apenas le dejaba apreciar su fisonomía,
sin embargo, sintió un frío helador cuando el ser se encontraba a un palmo de
sus pies. El siseo se volvió insoportable, la cabeza le iba a reventar… “ Se
abre el telón y aparece…” balbuceaba una y otra vez, “no puedo creerlo, ahora me
viene a la cabeza ese puñetero chiste” se decía temblando ante la idea de no
vivir para contarlo.
El frío y aquel siseo eran ya insoportables cuando de pronto
el enigmático ente extendió su larga prolongación posicionándose a un milímetro
de su cara: “no me mates por favor” le suplicó. En ese minuto sucedió algo aún
más sorprendente…: su delgada prolongación agarró el libro colocándolo encima
del hombre inconsciente, para posteriormente elevarse a gran velocidad
volatizándose en las estrellas.
Se abre el telón…
Aparece un tigre en
un barco, cuando de repente salta al agua y el capitán desesperado pega un tiro
al aire y el tigre vuelve al barco…
Podía ver a través de los
ojos de su mejor amiga sus más íntimos pensamientos . Deslizaba el vestido de
fina seda que se ceñía a sus caderas , resbalando sobre las delicadas piernas de
Candela mientras la observaba desde su
imaginación exuberante , deseando que
por un solo instante volviese a mirarle de aquella manera que desbordaba de sentimiento a cualquier
hombre. No era precisamente el viento , ni la anticipada llegada del invierno que
arremetía sin la mas mínima compasión el tormento de su místico silencio , ya que tampoco sus frías manos lograron
proyectar el recuerdo dotado de vida , éxtasis , admiración , inquietud …
En la penumbra se hallaba un
hombre frente a un cuadro inacabado, aun eran visibles sus ásperas manos incapaces de sostener
a el único aliado de su tiempo ; el pincel. Un lienzo con gruesos trazos a
carboncillo persiguiendo plasmar un
boceto era lo único que observaba durante meses
, tan solo en sueños alcanzaban sus ojos a contemplarla con la misma
viveza de los años que parecían eternos cuando se besaban .
Cada día se refugiaba
sentado frente al primitivo caballete , bebía a pequeños sorbos el café , seguidamente
abría de nuevo la caja de madera rebuscando el pincel adecuado , lo mojaba en
el agua para humedecerlo , sin embargo ,
se detenía cuando su mirada se tornaba melancólica , abatida , pesada ante los
rasgos que difuminaron aquel día los labios de Candela , entonces ,volvía a
recordarla …