La mujer que iba en el coche a mi lado vestía un precioso
conjunto de lencería blanca que hacía resaltar su tez morena.
Nuestros cuerpos se retozaban cuando una luz se proyectó en
la ventanilla delantera.
- - ¡Abran el coche por favor!- exigió una voz
desgarrada.
- - Debe de ser un loco… no abras … no abras … -
me repetía nerviosa entre susurros.
La acaricié e inmediatamente bajé la ventanilla.
Respiré aliviado cuando reconocí el rostro del joven
policía que sostenía la linterna.
- - ¡Es Marcos mi viejo amigo de la facultad!.- La
informé entusiasmado.
Ella me miró desencajada pronunciando aquella temida frase.
-
-Es mi marido.
uupss......sorpresita jejeejejejejje.....besos Silvia
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