Distaba a escasos
metros de él, sin embargo, permaneció anclada en la arena, mirando hacia el
cielo escuchó el íntimo dialogo de dos gaviotas, en ese instante, ambiciono ser
su lenguaje para entender el misterio que rodeaba a aquel hombre.
Era encantador y
poseía una esencia que la hacía ir más allá de su miedo, apaciguaba la marea de
su vida elevándola sin precisar alas, ni hélices, ni escobas o lámparas mágicas
como en los cuentos.
Puede que solamente estuviera soñando, porque la vida dicen
que es sueño y los sueños, sueños son.
No hay comentarios:
Publicar un comentario