En las noches frías de diciembre Carla miraba el calendario
con ojos de deseo, rodeaba los números con rotuladores fluorescentes,
dependiendo del día cambiaba la tonalidad del rosa al azul, del azul al naranja
, del naranja al verde … pero su color por excelencia era el amarillo.
Tiempo atrás había leído que los colores tenían una fuerza
energética, podían alterar los estados anímicos. Le pareció curiosa la noticia
y desde entonces no dejaba de utilizar el rosa, el azul, el amarillo, el
naranja, el verde, el rojo … no obstante sus días amarillos resultaban ser los
mejores, tenían chispa, brillo, alegría y pasaban fugaces. Los rosas tenían
tiernos momentos que la hacían sentirse delicada, zalamera, sensible.
Los
azules eran tranquilos, un pacto entre la calma y el silencio transformándose ligeramente a verdes que ungían de sueños y esperanzas los días venideros.
Los naranjas estaban llenos de creatividad, apertura de la
conciencia hacia otros puntos de vista, interesantes diálogos filosóficos , arte
y creación.
En los rojos la intranquilidad por abordar sus pasiones hacían que los latidos del corazón se aceleraran , daba patadas por encontrar su lugar en aquel pequeño universo.
Finalmente el calendario se distorsionó con un color
extraño, le sentía vacío , incompleto …
“misteriosos los días
de blanco” pensó.
Aquel nuevo color le
dio la bienvenida a un nuevo mundo. Carla había nacido.
Corto, conciso,"extraño", bonito...., lo de "extraño" porque como que cuesta entender a la 1ª, por eso despues lo de bonito con una 2ª lectura. Perfecto Silvia *_<
ResponderEliminarGracias, gracias, graciass
EliminarSi algunas historias se merecen una segunda, tercera, cuarta ... lectura.
Muy bonito Silvia. Sin duda lo has escrito tu, solo tu eres capaz de usar las palabras tan bien :)
ResponderEliminarun beso
Gracias reina.
EliminarMe alegra saber que te gusta lo que escribo.
Yo también admiro tu arte.