sábado, 22 de febrero de 2014

Para Juan de la Torre, con fantasía y cariño


Un pensador se sentaba a observar cada mañana los colores del alba, pues eran bien distintos dependiendo del ángulo en el que uno los contemplara. Era consciente de la inmensa alegría que sentía al diluirse en aquella amplia gama de colores. Le gustó tanto empaparse de las ricas tonalidades cromáticas que no se conformó con examinarlas desde la tierra, quería pues, alcanzar visiones nuevas.

Como el pensador creía en la magia de la vida, fue alimentando su fantasía hasta que sucedió lo inexplicable: Se fundió con el cielo.



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