lunes, 8 de septiembre de 2014

Sgroya, mujer de hielo

El noticiero de la mañana le hizo recordar un nombre: Yulia.

Y el nombre le transportó a la siguiente noche:

Viena, septiembre de 1992.

Lukas Winter escuchaba a Yulia receloso del viento helado que la convertiría en Sgroya: la dama blanca que aparecía en mitad de las frías rutas recorridas por jinetes y mercaderes eslavos a quienes seducía, para después sustraerles la vida en un abrazo con el que paralizaba su corazón.

De este modo se imaginaba a Yulia, reencarnada en una deidad mortífera, mientras ella le contaba leyendas de su tierra, de su Rusia. Yulia llevaba tres años trabajando para la familia Winter, su principal tarea consistía en cuidar y educar a Lukas, ya que sus padres se ausentaban demasiado tiempo.

Lukas habría trepado por la larga trenza de la joven hasta desnudar su cuerpo, sin cesar de acariciar su piel blanca y tersa, pero era aún demasiado inocente cómo para pensar en erotismos heroicos, no obstante, aquella última noche la pidió encarecidamente que narrara una vez más la historia de la mujer de hielo.

Los labios carnosos de Yulia danzaban en palabras que convertidas en historias fascinaban su fantasía.

Los ojos de Yulia denotaron cierta tristeza al contemplar al pequeño, pues sabía que estaban unidos por un amor diferente, pero igualmente grande.

En ese momento Yulia calló, agarró a Lukas de la mano, lo vistió y sigilosos salieron a la fría noche.
Lukas tenía la certeza de que ella buscaría un lugar en la oscuridad y le  sustraería el corazón.

Guiado por Yulia caminó hasta que la joven se sentó frente a la descomunal y bella Karlskirche.
Yulia señaló las dos enormes columnas del exterior, entonces posó su mano sobre su corazón, haciéndole prometer que tendría el valor y la constancia suficiente para amar la vida, aunque está no volviera a juntarlos.

Esa noche Yulia durmió abrazada al niño hasta que el alba la reclamó y ella regresó a  Mariúpol.

Viena, Karlsplatz frente al Karlskirche, septiembre de 2014.

Lukas contemplaba la columna de la constancia con detenimiento. El día había traído consigo el fiel reflejo de su querida Yulia, su deseada figura maternal se filtraba con el dolor que sintió al escuchar la terrible noticia:

“Las hostilidades entre las fuerzas de Kiev y los separatistas prorrusos se han reanudado pese al alto el fuego provocando la primera víctima mortal tras la tregua. Se trata de una mujer que ha sido tiroteada en la ciudad de Mariúpol…”

No pudo escuchar más… enseguida le sobrevino su recuerdo.

¿Y si Yulia fuera ella?...

Ya no podría seguir aferrándose a una esperanza, no volverían a encontrarse.

¿Y si Yulia no fuera ella?...

¿Pensaría en regresar a Viena? ¿Se acordaría de aquel niño? ¿Estaría tan hermosa cómo en su recuerdo?.


 si, ella seguiría hermosa.

Iglesia de San Carlos Borromeo, Karlskirche.




1 comentario:

  1. Cuando una historia tiene final alegre siempre se la mira como de forma mas atrayente ....... :-)))

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