Ezequiel levantó la mano gritando: “Yo quiero hacerlo, yo
quiero hacerlo”.
El interés que despertó en él aquel experimento de ciencias
le llevó a aventurarse intrépido entre los demás niños de su edad, que también acumulaban en sus ojos ese brillo de esperanza
e ilusión por iniciar el estallido de un
volcán ficticio.
El maestro les observó dubitativo, cerrando los ojos intentó
tomar una decisión, debía elegir, sin
embargo, veía en todos ellos un ardiente deseo , por lo que no pudo evitar
formularles la siguiente pregunta:
- -¿A qué renunciarías por hacer la explosión?.
Todos los alumnos se miraron extrañados ante la cuestión.
- - No hace falta que me respondáis ahora, tomaos
vuestro tiempo, razonar la respuesta durante esta semana. - Les explicó tranquilamente recogiendo las probetas.
Durante esa semana le llegaron al maestro numerosas
contestaciones un tanto curiosas, en algunos casos disparatadas.
Transcurrida la semana el profesor volvió a iniciar el
experimento del volcán. Al concluir su explicación sobre la reacción que haría
simular la erupción volvió a mirarles, esta vez sin dudar, leyó en voz alta una
de las respuestas: “ No haría la gran explosión, la esperaría”.
Todos se miraron expectantes hasta que Jaime rompió el
silencio:
- - Eso no vale porque usted preguntó qué es lo que
dejaríamos de hacer para realizar la explosión.
- - Siento que lo veas así Jaime, en realidad, es lo
que ocurre con la vida muchas veces, yo también pensaba que se debía renunciar
a todo aquello que nos gusta mucho o demasiado, pero para realizar una gran
explosión necesitamos saber que no haciéndola ya es suficiente, porque las
grandes explosiones de la vida no se realizan, se viven.
El maestro asentó con la cabeza a
Ezequiel que llevaba aguardando su deseo con pasión durante toda la semana.
RESPUESTAS OFRECIDAS POR ALGUNO DE LOS ASPIRANTES
PARA LA REALIZACIÓN DE LA EXPLOSIÓN:
Julián ( 9 años): Me quedaría sin recreo.
Pablo ( 9 años) : Estaría sin comer ni
dormir un día.
Macarena ( 9 años): No iría al cine nunca
más.
Nayra ( 9 años): No vería a mi perro Chispas
en esa semana.
Katia (9 años): Me fugaría de casa, dormiría en el parque
pasando mucho frío, construiría una cabaña con palos convirtiéndome en una
superviviente.
Jairo (9 años): No iría a entrenar con mi equipo, ni comería
macarrones con mayonesa, que después de las patatas fritas es mi segunda comida
favorita.
Luís Ángel ( 9 años): Me pondría a estudiar
todo sobre los volcanes en vez de jugar con Inés.
Maite (9 años): No iría a natación, ni me compraría
regalices de fresa, guardaría la propina de la abuela y se la daría a un amigo
de mi hermano para arreglarle las ruedas del coche.
Los niños, entre respuestas disparatadas e increibles, te pueden llegar verdaderamente a sorprender como uno ni se imagína...IMPRESIONANTE...besotes *_<
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